Feliz, maravilloso y lleno de gozo domingo XXXI del Tiempo Ordinario. Estamos en el mes de noviembre y tanto para nuestra sociedad como para la Iglesia Católica entramos en un tiempo de celebración recordando y honrando. Donde la tradición de la familia y la nación se cruzan con la alegría.
Nuestra nación en todos los niveles finalizará la elección de muchos funcionarios este martes. Se nos recuerda, como católicos, cuán necesaria es nuestra participación en el proceso electoral. También debemos hacerlo con una conciencia informada donde en oración y reflexión, votamos por personas o iniciativas con el mejor interés e intenciones. Esto no siempre es fácil, pero si necesario. También se nos recuerda el respeto que debemos tener hacia aquellos con quienes no estamos de acuerdo en este proceso.
Quiero pedirle a cada uno de ustedes que, por favor, durante los próximos días ofrezcan oraciones por las elecciones y por los elegidos a nivel nacional, estatal y local. ¡Que Dios bendiga a nuestro país!
Hemos estado hablando durante el último mes sobre la oración de sanación. Rezo para que les haya resultado útil. Dos cosas, antes de pasar al siguiente tema sobre la oración:
Los sacramentos sanadores de la Unción y la Reconciliación (Confesión) están siempre disponibles. No tema llamarnos para que vayamos a orar y visitar a los enfermos. Si no puede asistir a uno de los momentos programados de Reconciliación en la parroquia, llame a la oficina parroquial para concertar una cita individual con un sacerdote.
El próximo tema de oración en el que profundizaremos es el de la “Oración meditativa” en la tradición católica.
Por último, no nos adelantemos. Tómese un tiempo para hoy... no se apresure. Lo sé, lo puedo ver, lo he experimentado... ya están las ventas por televisión y ya están bombardeando nuestros sentidos... pero la Navidad no ha llegado... aún. Todavía tenemos que celebrar el Día de Acción de Gracias, todavía tenemos que iniciar nuestro viaje de Adviento... todavía tenemos muchos días para caminar y aprender más sobre la familia y los amigos... y sí, se acerca... pero el día aún no ha llegado.
Sé que debemos hacer planes, debemos prepararnos, pero tampoco debemos adelantarnos a lo que nos espera y a las bendiciones extraordinarias que Dios comparte con nosotros todos los días. Tómate tu tiempo y disfruta el día, porque hoy es cuando descubrimos nuevamente las bendiciones de Dios en nuestras vidas.
¡Dios los bendiga!